El dolor de espalda es Multifactorial
Cuando hay un dolor crónico no resuelve el problema tomar analgésicos para tapar el dolor y olvidarse hasta la próxima crisis. Es fundamental detectar por qué se originó y realizar los cambios que se puedan para prevenirlo.
Las visitas al médico son tan cortas que terminan limitándose a unas pocas preguntas, analgésicos, antiinflamatorios y tal vez, con mucha suerte, indicación de fisioterapia. Pero si no se resuelve el origen del dolor, se entrará en un bucle de dolor-analgésico-fisio-no dolor hasta la próxima vez que aparece, que suele ser pronto.
En el caso del dolor de espalda puede ser una multiplicidad de factores que lo causen:
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Sedentarismo.
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Malas posturas.
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Debilidad de algunos músculos y exceso de tono en otros.
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Realizar esfuerzos de una forma que sobrecarga la espalda.
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Falta de descanso.
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El envejecimiento natural del cuerpo.
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Predisposición genética.
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Una lesión que puede conocerse o no.
Detectar las causas del dolor es el comienzo del cambio. Y también observar ese dolor:
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¿Aparece con algún movimiento determinado?
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¿En alguna posición?
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¿Es un dolor constante o va y viene?
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¿Qué lo alivia?
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¿Cuánto hace que apareció?
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¿Se siente muscular o más profundo?
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¿Irradia a otras partes del cuerpo o es localizado?
¿Qué ayuda a mejorar el dolor o incluso hacerlo desaparecer?
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Ganar consciencia corporal
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Mejorar la postura
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Incluir pausas activas si se trabaja muchas horas en la misma posición.
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Fortalecer el cuerpo en general.
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Y el CORE en particular
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Estirar para aliviar tensiones
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Mejorar la forma de movernos.
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Cuidar la forma en la que cargamos peso.
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Descansar adecuadamente
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Incorporar el ejercicio regular
Tomar una actitud proactiva con respecto al dolor de espalda que padecemos es fundamental. Un cambio de hábitos y especialmente entrenar y descansar adecuadamente marcan una gran diferencia para vivir sin dolor sostenidamente en el tiempo y salir del circuito de los analgésicos y relajantes musculares.